Es frecuente relacionar la tipografía con personas, de hecho las tipografías tienen brazos, ojos, pies, y hasta incluso familias. Por lo tanto no es extraño pensar que «la tipografía de la calle» es una tipografía huérfana, indigente o abandonada. Con lo cual, tampoco es descabellado hacerse preguntas como ¿quiénes son sus padres? ¿porqué la han abandonado? ¿quién la ha dejado ahí? ¿son marginadas? ¿alguien le presta atención? Al igual que sucede con las personas de la calle, probablemente sean demasiadas preguntas y quizás no haya respuestas para todas ellas.
Lo concreto es que están allí, a veces hablándonos, a veces gritándonos, a veces susurrando. Pero…, y si las tipografías gritan… ¿como es que nunca escuché a ninguna?, ¿quienes gritan?, ¿quienes hablan? y ¿quienes susurran?. Y ciertamente no es cosa fácil darse cuenta de esto, pero no imposible; lo que si hay que admitir que en el caso de la tipografía para poder escucharla, extrañamente hay que abrir bien los ojos. Fue entonces cuando decidí salir a la calle con los ojos bien abiertos para poder escuchar mejor; estaba absolutamente convencido que de esta manera iba a poder encontrar el estilo que la definiera. Luego de un buen tiempo de escuchar tipografía, había logrado obtener un excelente oído visual para la tipografía de la calle; pero, todavía no había podido lograr encontrar el tan ansiado estilo que la definiera. Es por eso que decidí volver a las fuentes y comparé nuevamente a la tipografía con las personas, fue entonces ahí cuando encontré el estilo, el estilo de «la tipografía de la calle» es exactamente el estilo de nuestra sociedad, es decir, es un reflejo de lo que somos.
Somos limpios, pero también somos sucios. Hay gente ordenada, gente que no lo es tanto. Somos tristes y a veces alegres; somos altos, bajos, gordos, flacos, negros, blancos, y podría seguir escribiendo infinidad de adjetivos mas. En definitiva, la calle es el lugar donde se hace evidente todas esas cosas que somos, y la tipografía es un excelente medio para representarnos. De hecho que ¿Quién no ha salido a la calle y se ha encontrado con una «Q» de Bodoni cruzando la esquina? o ¿Quién no ha pasado por la vereda de un bar y ha visto como una «s» de Garamond compartía un café con una «T» de Helvetica Compressed? Pero, ante tanta diversidad, como es posible planificar una tipografía de la calle? Ciertamente es difícil diseñar y planificar la tipografía de la calle, o el estilo tipográfico que queremos para nuestras calles, ya que en cierta medida estaríamos diseñando o planificando nuestra sociedad.
Quizás allí radique el error, estamos acostumbrados a diseñar logotipos, folletos, revistas, catálogos, nunca tuvimos un cliente que nos diga «Sr. queremos diseñar las calles» o «Tenemos intenciones de rediseñar la sociedad». Hoy por hoy nuestras calles son una excelente muestra de que no hemos estado pensando en esto últimamente. Basta tan sólo con recorrer unas pocas cuadras y podremos ver como una misma información puede estar representada de diferentes maneras. Por ejemplo, el número de la calle de un edificio no puede estar representado por una tipografía «distinta» o «moderna», pues muy probablemente no todos los que vivan en el edificio sean «distintos» o «modernos». Pero de lo que si podemos estar seguros que todos los habitantes del edificio son parte de nuestra sociedad. La tipografía de la calle no puede ser una simple representación del estado de ánimo o capricho del diseñador gráfico de turno, sino que tiene que ser una representación fiel de lo que anhelamos como comunidad; pues de hecho, eso es la calle, nuestra comunidad; es decir, es de todos, pero de nadie en particular.
¿Y cómo es una tipografía que represente fielmente el anhelo de nuestra sociedad? Como primera medida deberíamos partir de un brief, cosa que escasea bastante, y mas aún tratandose de nuestra sociedad; pero, si nos ponemos a pensar, no es muy difícil definir el brief ya que todos estamos inmersos en esta sociedad y en mayor o menor medida sabemos qué está mal, qué está bien, y qué podría estar mejor. A partir de este brief, y evitando los estados de ánimos, caprichos y modismos; y sobre todas las cosas con mucha dedicación, seguramente llegaremos a una representación fiel de nuestro anhelo. Debe ser clara, concisa, efectiva, en otras palabras: «funcional». Y cuando hablamos de funcionalidad, quiere decir que, debe comunicar ni más ni menos que lo que debe comunicar. Para ello deberemos tener en cuenta 2 factores fundamentales: ¿Quiénes leeran esta tipografía? ¿Bajo qué circunstancias?
¿Quiénes la leeran? ya hemos hablado del tema, somos todos; desde el intendente de la ciudad hasta el vendedor de puestos de diarios, pasando por el ingeniero civil, el analista de sistema, la secretaria, el colectivero, etc… Quizás la parte mas compleja sea desarrollar una tipografía que funcione bajo las distintas circunstancias en las cuales puede encontarse un lector. Sin ir mas lejos, no es lo mismo tener que leer el nombre de una calle desde el colectivo en movimiento que caminando tranquilamente por la vereda. Un caso crítico, pero no poco frecuente: Un lector cansado y posiblemente con poco tiempo para leer. ¿Quién no ha vuelto de trabajar agotado? Ocho o diez horas frente a una computadora, una carrera de 30 metros con obstáculos para alcanzar el colectivo, y al fin… un asiento. Naturalmente, es un lector cansado y es probable que se quede dormido. Pero esa no es la situación crítica, la situación crítica comienza cuando el lector abre los ojos, y ciertamente desea saber donde está. Es aquí donde nuestro trabajo puede resolverle o no el problema en el cuál se encuentra. Si diseñamos una tipografía de contraformas no muy claras o cerradas, indudablemente le llevará mucho mas tiempo poder diferenciar un caracter de otro. Por eso, debemos poner especial énfasis en la contraforma de los caracteres, ya que una letra se diferencia de otra no sólo por su forma sino que también por su contraforma.
Esto no quiere decir que la contraforma es mas importante que la forma ni viceversa, sino que, debemos lograr un equilibrio entre una y otra. Otro factor que no podremos pasar por alto es el espaciado rítmico a utilizar, esto implica poner especial atención en el tracking (interletrado), kerning (ajustes visuales sobre pares o tríos de caractéres) e interpalabra. Un buen espaciado rítmico es aquel que ante una palabra o frase no presenta sobresaltos y permite leer con claridad desde principio a fin. En definitiva, creo que el diseño de la tipografía de la calle está sujeto y debe desarrollarse en función de este tipo de situaciones críticas en las cuales puede encontrarse el lector, lo cuál demuestra una vez más que la solución está dentro del mismo problema. Por lo tanto, cuanto más nos involucremos en el problema, estaremos más cerca de encontrar la solución. Una vez que tengamos esa tan ansiada tipografía que nos represente fielmente, y al mismo tiempo funcione para lo cual ha sido concebida, simplemente estará en nuestras manos la responsabilidad de respetarla y hacerla respetar como un integrante mas de nuestra sociedad.
Es por eso que está en nosotros, los diseñadores, la voluntad de empezar a plantear una calle que susurre, hable o grite. Y también está en nosotros la responsabilidad de que por lo menos la tipografía de la calle se asemeje al futuro que queremos como sociedad.
Hernán Ibañez
Diseñador gráfico (Argentina)