El pasado 26 de agosto fallecía en Barcelona Josep Maria Pujol i Sanmartín (1947-2012). Filólogo e historiador de la tipografía deja un valioso legado en sus obras y una huella imborrable en todos los que tuvimos la suerte de conocerle. Contaba en una entrevista Josep Maria que la«culpa» de su interés por la tipografía la tuvo su amigo el poeta Gabriel Ferrater, quien le prestó un manual de Oliver Simon, amigo de Stanley Morison, que despertó su curiosidad por la imprenta y su historia.
De esta manera se adentró en el mundo de la historia de la tipografía, espoleado por la prolífica producción británica al respecto, hecho que marcó en parte su profundo interés por el devenir histórico de la imprenta anglosajona. La humilde relación con las letras de quien escribe estas líneas tuvo un inicio parecido aunque, en mi caso, el «elemento instigador» fue un artículo de Josep Maria concretamente «De William Morris a Stanley Morison: Principios de la tipografía fundamental» que apareció como estudio introductorio a Stanley Morison en la edición que de su famoso Principios fundamentales de la tipografía realizó Ediciones del Bronce en 1998.
El impacto que esta pequeña obra maestra tuvo en mis primeros pasos dentro del mundo de la tipografía y su historia fue de tal magnitud que mi deriva hacia la imprenta británica fue también una consecuencia lógica. Tuve la oportunidad de «cartearme digitalmente» con Josep Maria, antes del II Congreso Internacional de Tipografía de Valencia, y, al hilo de alguna cuestión referente a nuestra querida Beatrice Warde, comprobar su generosidad respondiendo extensamente a las preguntas de un desconocido abrumado por la trascendencia de aquellos primeros contactos.
Cuando nos conocimos personalmente en el citado Congreso, certifiqué la impresión que intuía por sus respuestas a mis dudas. Desde entonces mantuvimos una relación epistolar que no hizo más que aumentar mi pasión por la imprenta y la tipografía inglesa ya que cada correo suyo era un regalo de erudición, conocimiento y amabilidad. Las aventuras de Stanley y sus muchachos, la cínica relación entre William Morris y Cobden-Sanderson, los estragos de Beatrice entre los aguerridos tipógrafos ingleses de entreguerras, la conveniencia o no de hacernos socios de la Printing Historical Society, el descubrimiento de unas viejas fotos de la factoría de Monotype en Surrey…, siempre tuve de su parte respuesta, comentario y lección.
Ahora siento que he perdido algo de todo esto, la complicidad de compartir una absurda fijación por esta parte de la historia de la tipografía, por hechos y lugares que codificaban una pasión compartida, la desolación de saber que no voy a volver a tener respuestas. Tengo la seguridad de que puedo hablar en nombre de todos tus amigos «lletraferits» a los que un día, de una u otra forma, has guiado, aconsejado o sugerido. Para todos nosotros la palabra «Maestro» no tiene mejor destinatario.
Con mucho dolor seguiremos cuidando de los viejos fantasmas de Beatrice y Stanley.
Descansa en paz.