Si hablamos acerca del desarrollo de la tipografía en Argentina y, por extensión, en América del Sur, el nombre de Rubén Fontana figura por derecho propio en un lugar destacado.
Diseñador gráfico, tipógrafo, docente e investigador, la trayectoria de Rubén es un claro exponente de un trabajo basado en una amplia cultura visual y en un conocimiento profundo acerca de la naturaleza de las formas tipográficas.
Rubén Fontana es una figura clave en la “puesta en valor” de la tipografía en Argentina. Fue uno de los fundadores de la carrera de Diseño Gráfico de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires donde impulsó y creó las asignaturas de Tipografía y Diseño Editorial.
Su compromiso con el ámbito docente le llevó a ser profesor titular de ambas disciplinas y titular de la cátedra de tipografía hasta 1997. Estos intensos años quedaron reflejados en un libro seminal titulado Pensamiento Tipográfico, publicado en 1997 que condensa conceptos, y metodologías llevados a cabo en sus clases.
Y precisamente de estas clases nació la idea de poner en manos de las diferentes promociones de estudiantes un vehículo de expresión, investigación y diálogo en torno a la tipografía; la revista tipoGráfica, que se publicó por primera vez en el año 1987, es un hito tanto por la calidad de sus contenidos como por el significado que tuvo para todo el mundo hispanohablante poder disponer de un “lugar de encuentro” donde poder compartir inquietudes reservadas hasta entonces a publicaciones anglosajonas.
Tras el cierre de la revista en 2006 todos nos sentimos un poco huérfanos, pero en la distancia podemos apreciar como cumplió su cometido en un tiempo y lugar concreto acompañando a una época de la historia del diseño y la tipografía.
Las tipografías diseñadas por Rubén nos muestran un acercamiento de tipo humanista a sus formas, tanto Fontana como Chaco o Palestina nos muestran tipografías sin remates pero de proporciones clásicas a las que se añaden glifos como la “a” o la “g” con evidentes referencias a la romana. Andralis, una romana híbrida que condensa en sus formas diversos acercamientos al diseño tipográfico y, su última creación Distéfano, un homenaje a su maestro de juventud Juan Carlos Distéfano, y que comparte unas interesantes variables que recorren un espectro que va desde el remate cuadrangular hasta el sans-serif.
Reconocido internacionalmente con multitud de premios y distinciones como el prestigioso premio Konex de Platino en Diseño Gráfico a la trayectoria de la década, su trabajo gráfico figura, entre otras, en la colección del Museo de Arte Moderno de Nueva York, sigue formando parte activa en la difusión y encuentros tipográficos, fue el primer representante de la Asociación tipoGráfica Internacional (ATypI) en la Argentina y organizador de la Bienal Letras Latinas celebradas durante los años 2004 y 2006.
Rubén Fontana dirige en la actualidad la Carrera de Posgrado en Diseño de Tipografía de la Universidad Nacional de Buenos Aires, donde sigue compartiendo con sus alumnos esa generosidad, lucidez y compromiso con el diseño gráfico y la tipografía que todos los que le conocemos destacamos de su persona y su obra.
RUBÉN FONTANA Y EL DISEÑO DE TIPOS
¿De que “fuente” beben tus recursos tipográficos? ¿Algún diseño o diseñador que hayan marcado tu trabajo, tu disposición a diseñar tipografías?
No creo tener una fuente sino varias. Miro y he mirado infinidad de veces a los clásicos, que es donde encuentro las experiencias más consistentes y trato a mi vez de ensayar sobre ellas. Miro también lo que nos proporciona la época, especialmente en lo relativo a las proporciones, que es donde entiendo que se están produciendo las modificaciones de hábito más importantes. Cuando me surgen preguntas frente a un nuevo proyecto intento navegar sobre ambas corrientes. No tengo dogmas ni ideas fijas, voy haciendo y el trabajo me va conduciendo por el sendero más conveniente dentro de lo que previamente me había propuesto.
¿Hay que pasar por Reading o La Haya para crear buenas tipografías?
La historia nos dice que no. De todas maneras estas dos escuelas están cumpliendo un rol muy importante porque a partir de su existencia han establecido un parámetro, una referencia con la que medirse. Pero se puede ser bueno o malo habiendo pasado por todas las academias o sin pasar por otro lugar de estudios que el que propone la calle. Lo cotidiano es formador y básicamente confrontador de conocimientos y es allí, donde desarrollamos nuestro perfil de observadores. Particularmente pienso que donde haya un buen maestro y un alumno ávido de aprender habrá una escuela, más allá de los edificios y las estructuras que los contengan. Y que la vocación, la autoexigencia y el instinto de superación pueden hacer que esa escuela sea muy buena.
¿Existe una clara diferencia entre diseñar unos glifos y convertirlos en fuente digital? ¿Dónde crees que te encuentras tú, más cerca del diseño de formas o de la programación?
No tengo capacidad para pensar en glifos como formas aisladas sin prever en ellos el futuro de una palabra: al diseñar fuentes se me presentan básicamente situaciones vinculadas a la lectura, a la línea, al texto.
Si la pregunta apunta al desarrollo de la «programación dura» de las fuentes como software, confieso que ese capítulo, no me estimula demasiado.
La historia de la tipografía y el contexto cultural ¿son parte importante de tus diseños? ¿Hasta dónde llegan? Se quedan en el “envoltorio” de la tipografía o llegan hasta los trazos de las letras?
De alguna manera hago mención a este tema en la primera pregunta. La historia y la cultura son los parámetros que le dan las pautas a este quehacer, como a cualquier otro. No solo porque las fuentes históricas han sido probadas y aprobadas por generaciones y siglos, también porque en esa matriz están los límites sobre los que se puede innovar. Romper ciertos códigos puede significar incomprensión hacia el pasado o hacia el futuro. El diseñador tipógrafo debe poder transitar por ese medio que asegura el código, que es lo que la gente entiende, entendió y entenderá. Uno de los atractivos más motivantes del diseño de fuentes radica en que los espacios de acción son mínimos, están acotados, y fueron recorridos hasta el cansancio una y otra vez… y sin embargo, volvemos sobre el mismo sendero a intentarlo nuevamente, alimentando la esperanza de encontrar la alquimia que produzca el milagro de generar identidad sin romper la convención.
¿Prefieres reinterpretar tipografías clásicas o crear algo nuevo?
Depende de la necesidad, me ha tocado hacer ambas cosas.
¿Utilizas las peculiaridades que cada tecnología ha aportado a las formas de los caracteres como elemento de diseño?
La pregunta sería ¿qué no utiliza el que diseña tipografías? Todo es considerado y tenido en cuenta en ese momento, todo lo absorbido por las experiencias propias o ajenas concurren a ese encuentro con el diseño.
¿Tienes un «ideario tipográfico» irrenunciable? ¿Hasta que punto te adaptas a lo que te pide el encargo?
El encargo es el que rige mi trabajo, no tiene mucho sentido contradecirlo, es más fácil y útil navegar entre los límites que se nos imponen para realizar la tarea que contrariarlos. Los encargos pueden ser externos o internos, lo mismo da. Un diseñador de tipografías a veces se autoencarga una fuente porque nota una ausencia, porque entiende que hay espacio para actualizar un estilo. En nuestro lugar de trabajo solemos diseñar tipografías de estilo para tener a mano para los distintos trabajos que se nos presentan, de esa manera, por el conocimiento adquirido al diseñarlas, entendemos que estamos en ventaja en el momento de su aplicación. Nos planteamos diseñar tipografías pensando en su aplicación.
¿Con que tipo de formas te encuentras más a gusto. Con las caligráficas o las mecánicas?
No experimenté mucho con formas caligráficas como para responder con profundidad, igualmente cuando me tocó recorrer este camino lo hice con naturalidad. Pero tengo cierta tendencia a trabajar en diseños tipográficos para la composición de textos de lectura, sean estos para libros, revistas, periódicos, señales, etc.
El futuro de la tipografía ¿dónde lo ves?
En el crecimiento cultural. En los países donde la tipografía no había tenido un desarrollo industrial con la tecnología anterior, en este momento y por el acceso al conocimiento, el diseño de fuentes se está generalizando para un uso más específico de la letra y la ortotipografía. Cuando eso suceda, habremos subido otro peldaño en este largo recorrido. Diariamente nos estamos perfeccionando en la aplicación y este refinamiento va a ser solicitante de otros, los diseños son cada vez más universales y abarcan más idiomas, y los diseñadores de alfabetos que responden a una raíz latina se le están animando a otras formas de escritura, y seguramente ocurre de la misma manera desde otros lugares del mundo.
Esos conocimientos ampliarán con creces lo que hoy sabemos de las formas de escritura… y el dominio de otras lenguas. Seguramente la tipografía nos acerque a otros conocimientos, hábitos y costumbres que nos faciliten la comprensión del comportamiento del otro.
El último libro sobre tipografía que has leído…
Posiblemente haya sido «El trazo, teoría de la escritura» de Gerrit Noordzij editado por Campgràfic. Pero no me fanatizo con la lectura sobre tipografía, ésta solo forma parte de un amplio repertorio de intereses que se superponen de manera caótica: cuentos, novelas, ensayos, historia y política, en los formatos del diario, la revista o el libro, impresos o electrónicos. Es amplio el espectro de los contenidos que me interesan. A veces, también leo acerca de tipografía.