Iñigo Jerez Quintana nació en Palma de Mallorca en 1972. Cursó estudios de Ilustración en la escuela de Artes y Oficios de Palma de Mallorca, y de diseño gráfico en la escuela Massana y en Parsons School. Ha obtenido premios Laus por las tipografías Dinamo y Suite, certificados de Excelencia tipográfica concedidos por ATypI por las tipografías Latina y Onserif & Onsans, y certificados de Excelencia tipográfica concedidos por Type Directors Club por la tipografías Suite y Quixote. La tipografia Quixote ha sido galardonada con el primer premio del Concurso internacional de tipografía “Tipo-Q”, organizado por La Fundación Centro Regional de Diseño de Castilla-La Mancha con motivo de la celebración del IV Centenario del Quijote.
Realiza proyectos tipograficos y la dirección de arte para las revistas Suite, Paper Planes y On diseño. Ha realizado proyectos de identidad tipográfica para la Generalitat de Catalunya (Emergencies 112 y Arts Santa Mónica), para el Banco de Santander y Catalunyacaixa. Compatibiliza la dirección de estudio de diseño gráfico Extra! con la docencia de la tipografía en la escuela Eina.
IÑIGO JEREZ Y EL DISEÑO DE TIPOS
¿De que “fuente” beben tus recursos tipográficos? ¿Algún diseño o diseñador que hayan marcado tu trabajo, tu disposición a diseñar tipografías?
Cuando empecé a hacer surf me obsesioné con la idea de coger olas con tablas diseñadas y fabricadas por mi, me fascinaba la mezcla de diseño y artesanía, y la idea de no depender de nadie para poder surfear. Aprendí el proceso intuyendo lo que había que hacer a través de revistas… “shapear” (dar forma), decorar la tabla, “glassear” (laminar), colocar las quillas, lijar, pulir, y finalmente estrenar la tabla el primer día de olas, no paré hasta conseguirlo, lo improvisaba en un pequeño cuarto de mi casa, sin ninguna experiencia y al principio con resultados mediocres, la primera tabla no quedo demasiado bien, ¡pero funcionaba!.
Con el diseño gráfico y la tipografía, me sucedió lo mismo que con el surf y las tablas. En el año 95 empecé a dibujar letras para poder utilizarlas en mis proyectos de estudiante en la escuela Massana, era la época de la explosión digital, y en esos momentos me impactó especialmente la mezcla de diseño tipográfico y diseño editorial de la revista Emigre, quería hacer lo mismo, y empece a investigar como hacerlo. Todavía hoy, poder mezclar el diseño tipográfico con el diseño de página me sigue pareciendo el proyecto ideal. Después destacaría a Adrian Frutiger, prácticamente todo lo que he aprendido de microtipografía y ajustes ópticos lo he hecho “abriendo” y analizando sus fuentes, a partir de ahí todo a sido mirar para atrás… De todos los clásicos puedes aprender algo, de los antiguos y de los contemporáneos.
¿Hay que pasar por Reading o La Haya para crear buenas tipografías?
No, aunque no dudo que sea un “atajo” muy interesante por la condensación de información y experiencia que supone, pero creo que la tipografía es una disciplina perfectamente compatible con la experiencia autodidacta, es más, creo que aunque el proceso sea mucho más largo tiene sus ventajas, disfruto aprendiendo por mi cuenta.
¿Existe una clara diferencia entre diseñar unos glifos y entre convertirlos en fuente digital? ¿Dónde crees que te encuentras tú, más cerca del diseño de formas o de la programación?
Un glifo aislado, no tiene más sentido que el estético o simbólico, pero creo que si unos pocos glifos están coordinados pueden “contener” una tipografía, otra cosa es que para poder ser utilizada como tal deba ser completada y que durante el proceso sufra ajustes. De hecho yo empiezo a trabajar con un grupo de letras muy reducido, cuando defino el guión formal que las une para mi la tipografía ya esta diseñada, trasladar este guión al resto letras es un proceso casi mecánico.
Sobre la programación, pienso que diseñar una tipografía es similar a programar, se trata de definir y organizar un sistema de formas sujetas a una convención para que funcione en infinidad de situaciones, de hecho una fuente digital acaba siendo un software complementario de un programa de edición, desde ese punto de vista me interesa la programación. Mi acercamiento al diseño tipográfico es desde el dibujo a mano alzada, definiendo formas y “programando” el sistema sobre papel es con lo que más disfruto de todo el proceso. La programación informática como herramienta para optimizar la producción me interesa, pero no como un fin en si mismo.
La historia de la tipografía y el contexto cultural ¿son parte importante de tus diseño ¿Hasta donde llegan? Se quedan en el “envoltorio” de la tipografía o llegan hasta los trazos de las letras?
No entiendo la practica de la tipografía sin conocer su historia y su evolución formal. Aunque desde el punto de vista puramente anatómico sea imperfecto, defiendo el sistema de clasificación de Robert Bringhurst, precisamente porque explica la tipografía desde la relación formal y conceptual con su contexto cultural. Respecto a encargos concretos –y como en cualquier proyecto gráfico– siempre hay un contexto general que rodea al proyecto y otro particular que es el que define el briefing, los dos condicionan la formalización del proyecto.
¿Prefieres reinterpretar tipografías clásicas o crear algo nuevo?
No me encaja muy bien el concepto “nuevo” dentro de la tipografía, si una presunta forma tipográfica fuese realmente nueva seguramente no podríamos llamarla tipografía. A lo largo de la historia, la evolución de la tipografía se ha basado siempre en la reinterpretación de los modelos precedentes, lo nuevo esta en el matiz y en algo tan ambiguo y difuso como el estilo. A algo tan convencional como la tipografía de texto, o mejor dicho, a algo tan sujeto a una convención como la tipografía para texto nunca le ha sentado demasiado bien la novedad, al menos a largo plazo. Cuando empiezas en el diseño tipográfico quieres crear algo nuevo, cuando aprendes te conformas con aportar un matiz o ajustarte a unas necesidades concretas. Pasa lo mismo con las tablas de surf (salvando la distancias, el surf moderno solo tiene unos decenios de historia), desde que se diseño el “thruster” en los 80’s en esencia no ha cambiado nada, han mejorados los materiales, el acabado, el peso, y obviamente las medidas se siguen ajustando para adaptarse a condiciones concretas, pero el concepto formal de la tabla es el mismo.
¿Utilizas las peculiaridades que cada tecnología ha aportado a las formas de los caracteres como elemento de diseño?
Si, porque esas peculiaridades derivadas de limitaciones técnicas han condicionado su evolución formal y forman parte intrínseca de la tipografía. Fred Smeijers en su libro Counterpunch explica muy bien y de manera muy gráfica, como, aunque se lo hubiesen propuesto, los tipógrafos renacentistas no hubiesen podido diseñar con éxito una serifa cuadrangular, la herramienta condiciona el diseño. Ahora no tenemos limitaciones formales, me ha tocado vivir una época en que la única “lucha” formal es con la tecnología digital, si es cierto, que hasta que no la dominas hay una tensión con las herramientas vectoriales para que representen de la manera más fiel posible lo que estas imaginando o lo que has definido sobre papel, pero en este sentido es mejor que cualquiera de las tecnologías y herramientas precedentes.
¿Tienes un “ideario tipográfico” irrenunciable? ¿Hasta que punto te adaptas a lo que te pide el encargo?
Mi único ideario es intentar que cada proyecto este mejor que el anterior, no tengo ningún tipo de prejuicios sobre estilos ni sobre encargos. Siempre trato de adaptarme a los objetivos del brief, cada nuevo proyecto lo veo como una oportunidad de aprender.
¿Con que tipo de formas te encuentras más a gusto. Con las caligráficas o las mecánicas?
Me encuentro a gusto con todo tipo de formas. Actualmente tengo abierto un proyecto personal de letra Script, una “escocesa” para un proyecto editorial, y una grotesca geométrica para una identidad corporativa.
El futuro de la tipografía ¿dónde lo ves?
Lo veo líquido y digital. Sólo hace falta descodificar el genoma de la tipografía latina y lo convertirlo en código informático para que podamos acceder a procesos de trabajo mucho más rápidos y optimizados. Analizados los límites en los que se mueve la tipografía convencional deberíamos poder ahorrarnos el 90% del trabajo que ahora implica la producción de una familia tipográfica para texto… Volviendo al surf y las tablas… Hace unos años que se inventaron las máquinas de “preshape”, introduces las medidas y cotas en un software y una máquina modela la tabla, el “shaper” solo se encarga de dar el toque final para que aquella tabla sea única, sigue haciendo falta la mano del artesano, pero el trabajo duro lo hace una máquina. Creo que es factible un software de concepto similar para diseñar tipografías, que contemple dos fases de trabajo diferenciadas, complementarias e interconectadas, una primera que automatice las decisiones parametrizables y la segunda, mas artística, qué permita ajustar y personalizar el “vestido”. Aunque la herramienta digital ha superado todo lo precedente, estamos solo al principio de una era y espero que todavía se simplifique y mejore más el proceso de producción.
Y me imagino un grado mayor de interacción entre usuarios y tipografía, algo que ya es una evidencia y que va a cambiar nuestra manera de entender el diseño de información y la utilización de la tipografía, los nuevos dispositivos electrónicos de acceso a la información nos invitan a pensar en un futuro diferente al que nos tendremos que adaptar. Estoy escribiendo esta entrevista desde una pantalla retina y no deja de asombrarme la resolución, ¿dónde esta el pixel?, vale sí, el olor y el tacto del papel tiene un encanto especial, pero…
El último libro sobre tipografía que has leído…
“Just my Type”, de Simon Garfield.