Por todos es conocida la magnífica producción editorial de Stanley Morison reflejada en multitud de libros y artículos sobre la tipografía y su historia. Lo que quizás no sea tan conocido son las antologías de facsímiles de obras maestras de la imprenta de todos los tiempos que, con el fin de apoyar sus tesis sobre lo que debería ser una imprenta de calidad y para que sirvieran de «inspiración» a los impresores y editores de la época, editó o dirigió.
Sin duda alguna el principal fue Four Centuries of fine printing, un infolio que apareció el 23 de julio de 1924 y que contenía 625 facsímiles. Al año siguiente se publicó la segunda parte Modern fine printing que contenía 328 reproducciones.
Asimismo Stanley Morison participó, esta vez como director, de una pequeña colección de facsímiles bajo el título de Periods of Typography y en la que colaboró el historiador de la tipografía Alfred F. Johnson con un volumen sobre los maestros del siglo XVI en Italia y en Francia y otro sobre el primer siglo de la imprenta en Basilea. A su vez Henry Thomas escribió sobre la imprenta española del XVI.
El que os presentamos en este artículo es The art of the printer que es una versión abreviada y más asequible del Four Centuries of fine printing y que fue editado asimismo en 1925. En su prólogo encontramos los argumentos que guiaron a Stanley Morison en su proceso de recuperación de la imprenta de calidad y que se basaban en una revisión crítica de los clásicos. Dice así…
«No existe ningún camino corto y fácil que nos conduzca a apreciar o producir una bella impresión. Estas cualidades no se pueden adquirir más que a través de un prolongado estudio sumido en la calma y el recogimiento. El rico aficionado que empieza su colección con los incunables o el comprador más modesto que se inicia con las ediciones de los Elzevir únicamente llegarán a formarse criterios de selección y crítica familiarizándose con ellos mismos. De la misma manera el tipógrafo profesional adquirirá un suficiente sentido estético estudiando las páginas impresas por los impresores que le han precedido y cuyo talento les ha permitido realizar libros que exhiben las características fundamentales de una bella impresión, esto es, una razonable y clara convicción en su composición.
Con este fin se muestran los siguientes ejemplos de portadas y páginas interiores tanto al aficionado como al profesional de la imprenta con la esperanza de que les sean de utilidad no como modelos para copiar servilmente sino como fuentes de inspiración que les ayuden a concebir nuevas soluciones para el esencial problema del estilo tipográfico: lograr, dentro del limitado campo de las convenciones existentes, un estilo personal e individual. Sin tener que seguir al detalle los ejemplos de los facsímiles, el impresor podrá aprender la relación entre los espacios con el fin de conseguir unos márgenes con las proporciones correctas, usar los tipos adecuados, emplear las iniciales que mejor se ajusten al tipo elegido para el texto y usar los ornamentos con mesura.
Hace veinte años detalles de este tipo eran frecuentemente pasados por alto. En la misma página se utilizaban tipos de tamaño y color diferentes, enormes y chillones espacios blancos estropeaban el efecto de las letras capitulares, se utilizaban los ornamentos de manera abusiva y no se prestaba ninguna atención a la proporción de los márgenes.
La imprenta fue rescatada de este lamentable estado más por la influencia de aficionados que de impresores profesionales. Debemos agradecer al Maestro de la Kelmscott Press habernos librado de la peor de todas las malas prácticas tipográficas: tratar la página como una unidad independiente.
Sin embargo, hoy en día no podemos limitar nuestro estudio solamente a los libros en los que William Morris basaba sus propuestas, esto es, los del siglo XV. Por esto, los facsímiles contenidos en las siguientes páginas han sido seleccionados con el propósito de hacerlos interesantes desde un punto de vista más moderno. De este modo, nuestras ilustraciones solamente reproducen ejemplos impresor a partir del siglo XVI y están principalmente restringidos a aquellos compuestos con el tipo de letra que usamos en la actualidad, la letra romana.»
Toda una declaración de intenciones y de principios por parte del «padre» del movimiento reformista de la imprenta inglesa.
Stanley Morison
The art of the printer
1925