Cuando componemos un texto sin ninguna otra pretensión que transmitir una información al lector, debemos cuidar su «color tipográfico». Creo que la mejor definición de este concepto es la que hace el tipógrafo José María Cerezo: “El color tipográfico se define como el tono gris global de un escrito bien resuelto, y este se obtiene cuando la textura de la composición es uniforme, sin calles, blancos excesivos, líneas apretadas o sueltas”.
De todas las formas en las que podemos componer un texto, en bandera, centrado o justificado, es en esta última donde podemos encontrarnos de manera más evidente, con problemas en el tono del texto. En una composición en bandera todo el espacio sobrante se acumula en los finales de línea y, como estos son irregulares el espacio entre las palabras se mantiene constante. Lo que redunda en un color tipográfico homogéneo. El gran Eric Gill defendía esta manera de componer los textos y lo llevó a la práctica en su libro “An essay on typography” (1931).
Sin embargo en una composición justificada, la necesidad de igualar la longitud de las líneas hace que los espacios entre las palabras (o entre las letras) tengan que ser irregulares para lograr este fin. Y es aquí donde el temido problema de una composición con un mal “color tipográfico” puede aparecer, máxime si la medida de la línea es pequeña y el tamaño de la tipografía escogida grande para la misma.
Fijaos en la composición inferior, me imagino que muchos de vosotros os estaréis echando las manos a la cabeza. Sobre todos los más sensibilizados con los espacios microtipográficos.
Las primeras tres líneas muestran unos espacios excesivos entre palabras. En comparación la cuarta y la quinta aparecen “apretadas” y luego las tres últimas se vuelven a “abrir”. En definitiva un perfecto ejemplo de una composición irregular que ofrece unos espacios excesivos.
¿Un truco? Poned el texto “boca abajo” y veréis como esos espacios se hacen más evidente.
Y sobre esto me gustaría hablar hoy. Ya sabéis que para igualar la medida de las líneas podemos actuar sobre los siguientes parámetros: espacio entre letras, espacio entre palabras, partición de palabras y escala del tipo. Dejando al lado esta última opción, no me voy a poner integrista y expulsar del paraíso de los tipógrafos a los que la utilicen (eso sí, con mucha moderación), vamos a hablar de las diferentes posturas por las que podemos optar a la hora de utilizar las opciones disponibles en el programa informático más popular de composición de páginas, Indesign.
Indesign, tienen respuesta para este problema, por medio de los estilos de párrafo que podemos crear y que se engloban en las “misteriosas” P&J (Partición y justificación, para el que le haya sonado raro).
Por medio de estas opciones podemos indicar los porcentajes relativos a los espacios entre letras y palabras, la escala del glifo y la manera en la que se van a partir las palabras, en el caso de que sea necesario.
No es el objetivo de este artículo meterse a fondo con el tema de la configuración de las P&J, ya lo haremos en otro dedicado en exclusiva a este tema. Prefiero que a raíz de la lectura de este artículo tengamos una posición clara respecto a la importancia del espacio regular entre palabras en la composición tipográfica con respecto a un parámetro del programa. Así que, por ahora, vamos a fijarnos en como partimos las palabras, que opciones nos ofrece Indesign y los “peligros” que corremos si no tenemos claro lo que hacemos.
Antes de continuar me gustaría hablaros de un personaje importante de la historia de la tipografía: Ruari McLean. McLean (1917-2006), fue un gran tipógrafo inglés, trabajó para Penguin, él fue el responsable de proponer a Jan Tschichold para trabajar en la firma, profesor de tipografía en el Royal College of Art, editor de la revista Motif y autor de numerosas obras sobre tipografía como el Thames&Hudson Manual of Typography, How Typography Happens, publicado por la British Library, o Modern Book Design.
En mi biblioteca yo tengo un libro editado por él Typographers on type que es una maravillosa selección de textos escritos por tipógrafos sobre su oficio.
Este santo varón dejó escrita una consideración lapidaría: La del espacio cerrado entre palabras (el mínimo necesario para distinguirlas) como el “principio absoluto” de toda buena composición tipográfica.
Así que tenemos nuestra flamante herramienta informática y un poderoso concepto donde agarrarnos. En lo referente al tema que nos ocupa, lo que más nos llama la atención es el selector que aparece en el cuadro de opciones de separación por sílabas: Si deslizamos el separador hacía “Espaciado óptimo” tendremos más guiones y viceversa… ¿qué elegimos?
¿Qué pensamos que es más correcto, evitar guiones o conservar un espacio cerrado?
Y esta es nuestra posición: Mirad, evitar en lo posible la aparición de varías líneas consecutivas acabadas con guiones es una aceptable “norma” de composición, pero esta no debe aplicarse nunca sacrificando el correcto espacio entre palabras. Y sobre el “correcto espacio entre palabras” en una composición, yo creo que hay unanimidad entre los tipógrafos incluso entre figuras al principio tan distantes entre si como William Morris y Jan Tschichold:
“Este espacio deberá ser el mínimo para poder distinguir cómodamente una palabra de otra” (Morris. The Ideal Book)
“El espacio entre palabras deberá ser de un ancho equivalente al de una letra i de caja baja” (Tschichold. Penguin Composition Rules).
Fijaros en estos dos bloques de texto:
Vamos a abstraernos de las diferentes soluciones y «sorpresas» que ofrece la interacción entre los espacios entre letras y palabras y el «motor de composición» elegido, que lógicamente deberá ser el de párrafo, y vamos a fijarnos en la lamentable imagen del segundo párrafo en el que para evitar la aparición de los guiones de separación hemos alterado dramáticamente los espacios entre palabras de las líneas donde aparecían palabras partidas.
Y vamos a tener las cosas claras: intentar que una composición presente un “color tipográfico” regular es la máxima aspiración que debemos observar en un texto que solo aspira a leerse cómodamente. No nos van a dar un premio por ello seguro, pero que va a “hablar” bien de nuestra atención al detalle tipográfico, también. No debéis sacrificar el espacio entre palabras por menos guiones en la composición. No preocuparos de los guiones, preocuparos del espacio entre palabras. Y cuando defináis los parámetros del cuadro de separación de sílabas, el apartado de límite de separación establecerlo en 0 (cero) que significa que permitimos que aparezcan al final de cada línea todos los guiones que sean necesarios.
Además, siempre podemos sacar fuera de la caja de texto los guiones y signos de puntuación si nos sentimos «morir» al ver un par de guiones consecutivos, de esta manera se disimulan un poco. Esto antes de tocar «el principio absoluto». ¡¡Hacedlo por Ruari!!